Capítulo 7
Grité para despertar a mis padres, que irrumpieron en mi
habitación,
pero no había nada que pudieran hacer para disminuir la
supernova que estaba explotando dentro de mi cerebro, una
cadena interminable de petardos intracraneales que me
hicieron pensar
que me estaba yendo de una vez por todas, y me dije, como me
había
dicho antes, que el cuerpo se apaga cuando el dolor empeora
demasiado, que la consciencia es temporal, que esto pasaría.
Pero al igual
que siempre, no me deslicé lejos. Me quedé en la orilla con
las olas
pasando sobre mí, incapaces de ahogarme.
Papá manejó, hablando por teléfono con el hospital, mientras
yo yacía en
la parte de atrás con mi cabeza en el regazo de mamá. No
había nada
que pudiera hacer: los gritos lo empeoraban. Cualquier
estímulo lo
empeoraba, en realidad.
La única solución era intentar deshacer el mundo, volverlo
oscuro,
silencioso y deshabitado de nuevo, regresar al momento antes
del Big
Bang, al principio, cuando estaba el verbo, y vivir en ese
espacio vacío y
sin creación, sola con la palabra.
La gente hablaba de la valentía de los pacientes con cáncer,
y yo no
negaba esa valentía. Había sido pinchada, abierta con un
bisturí, y
envenenada durante años, y todavía continuaba aquí. Pero no
se
equivoquen: en ese momento, hubiera estado muy, muy feliz de
morir.
~♥~♥~♥~♥~
Desperté en la UCI. Podía decir que estaba en la UCI porque
no tenía mi
propia habitación y porque había demasiados pitidos y porque
estaba
sola: ellos no permiten que tu familia se quede contigo 24/7
en la UCI de
Hospital Infantil porque es un riesgo de infección. Había
lamentos en el pasillo. El hijo de alguien había muerto. Estaba sola. Apreté el
botón rojo de
llamada.
Una enfermera entró un momento después —Hola —dije.
—Hola, Hazel. Soy Alison, tu enfermera —dijo.
—Hola, Alison, mi enfermera —dije.
Luego de lo cual comencé a sentirme muy cansada otra vez.
Pero
desperté un poco cuando mis padres entraron, llorando y
besando mi
rostro repetidas veces, y extendí mi mano para ellos e
intenté apretar, pero
todo en mí dolía cuando apretaba, y mamá y papá me dijeron
que no
tenía un tumor cerebral, sino que mi dolor de cabeza había
sido causado
por la falta de oxigenación, lo que sucedió porque mis
pulmones estaban
nadando en fluido, del cual ¡¡¡¡un litro y medio!!!! Había
sido drenado de mi
pecho, motivo por el cual sentía una ligera molestia en mi
costado, donde
había, ¡hey, mira eso!, un tubo que iba de mi pecho a una
vejiga plástica
medio llena de un líquido que misteriosamente se parecía a
la cerveza
ámbar favorita de papá. Mamá me dijo que me iría a casa,
realmente lo
haría, que simplemente tendría que hacer que me drenaran
esto de vez
en cuando y tendría que volver a usar el BiPAP20, esta
máquina que
durante la noche forzaba el aire dentro y fuera de mis
pulmones de
mierda. Pero había tenido un PET de cuerpo completo durante
la primera
noche en el hospital, me dijeron, y las noticias eran
buenas: no había
crecimiento del tumor No había nuevos tumores El dolor en mi
hombro
había sido provocado por la falta-de-oxígeno el dolor por mi
corazón trabajando semi-duro.
—La Dra. María dijo esta mañana que se mantiene optimista
—dijo papá.
Me gustaba la Dra. María, no te mentía, por lo que se sentía
como algo
bueno de oír.
—Esta es solo una cosa, Hazel —dijo mi mamá—. Es una cosa
con la que
podemos vivir. Asentí, y luego Alison, mi enfermera
educadamente les hizo salir. Me
preguntó si quería algunos trocitos de hielo y asentí, por
lo que se sentó en
la cama conmigo y los puso con una cuchara en mi boca.
—Entonces, has estado fuera un par de días —dijo Alison—.
Hmmm, lo que
te has perdido… una celebridad se drogaba. Políticos en
desacuerdo. Otra
celebridad usó un bikini que mostraba una imperfección
corporal. Un
equipo ganó un evento deportivo, pero otro equipo perdió.
—Sonreí—. No
puedes irte y desaparecer de todo de esta forma, Hazel. Te
pierdes
demasiado.
—¿Más? —pedí, asintiendo hacia el vaso blanco de polietileno
en su
mano.
—No debería —dijo ella—, pero soy una rebelde.
Me dio otra cucharada llena de trocitos de hielo. Murmuré un
“gracias”.
Alabemos a Dios por las buenas enfermeras. —¿Te estás
cansando? —
preguntó. Asentí—. Duerme por un rato —dijo. Intentaré crear
alguna
interferencia y darte un par de horas antes de que alguien
venga a revisar
los signos vitales y cosas así —dije gracias otra vez. En el
hospital dices
gracias un montón. Intenté acomodarme en la cama—. ¿No vas a
preguntar por tu novio? —preguntó.
—No tengo uno —le dije.
—Bueno, hay que chico que apenas ha dejado la sala de espera
desde
que ingresaste —dijo.
—No me ha visto de así, ¿verdad?
—No. Sólo la familia.
Asentí y me hundí en un sueño acuoso.
~♥~♥~♥~♥~
Me tomaría
seis días volver a casa, seis no-días mirando la acústica losa del
techo, ver
televisión, dormir, tener dolor y desear que el tiempo pasara. No
vi a Augustus
ni a nadie más que a mis padres. Mi cabello parecía el nido
de un ave; mi
andar, arrastrando los pies me hacía parecer un paciente demencial. Sin embargo, me sentía un poquito
mejor cada día: cada
sueño
terminaba para revelar a una persona que se parecía un poco más
a mí. Dormir
combate el cáncer, el habitual Dr. Jim dijo por milésima vez
mientras se
cernía sobre mí un mañana, rodeado por un círculo de
estudiantes de
medicina.
—Entonces soy
una máquina de pelea contra el cáncer —le dije.
—Eso eres,
Hazel. Sigue descansando, y probablemente estarás en casa
pronto
~♥~♥~♥~♥~
El martes, me
dijeron que me iría a casa el miércoles. El miércoles, dos
estudiantes de
medicina mínimamente supervisados removieron el tubo de
drenaje de mi
pecho, lo que se sintió como ser apuñalada a la inversa y en
general no
salió demasiado bien, así que decidieron que tendría que
quedarme hasta
el jueves. Estaba comenzando a pensar que era el objeto
de algún experimento
existencialista en un permanente estado de
negación de la
gratificación cuando la Dra. María apareció la mañana
del viernes,
se movió a mi alrededor por un minuto, y me dijo que estaba
bien para
irme.
Así que mamá
abrió su bolso de tamaño excesivo para revelar que había
tenido mi ropa
para ir a casa con ella todo el tiempo. Una enfermera vino
y sacó mi vía
intravenosa. Me sentí libre de ataduras aunque todavía tenía
que llevar mi
tanque de oxígeno a todos lados conmigo. Fui al baño, tomé
mi primera
ducha en una semana, me vestí, y cuando salí, estaba tan
cansada que
tuve que recostarme y recuperar el aliento.
Mamá preguntó:
—¿Quieres ver
a Augustus?
—Supongo
—dije, después de un minuto. Me puse de pie y arrastré mis pies
hasta una de las
sillas de plástico que estaba contra la pared, metiendo mi
tanque bajo la
silla. Eso me agotó.
Papá regresó
con Augustus un par de minutos más tarde. Su cabello
estaba
desordenado, derramándose sobre su frente. Se iluminó con una verdadera sonrisa tonta de Augustus Waters
cuando me vio, y no pude
evitar
sonreírle en respuesta. Se sentó en la silla reclinable de cuero de
imitación azul
junto a mi silla. Se inclinó hacia mí, pareciendo incapaz de
reprimir la
sonrisa.
Mamá y papá nos
dejaron solos, lo que se sintió incómodo. Me esforcé por
mirarlo a los
ojos, aunque eran la clase de ojos bonitos que son difíciles de
mirar.
—Te extrañé
—dijo Augustus.
Mi voz salió
más baja de lo que quería.
—Gracias por
no intentar verme cuando me veía como el infierno.
—Para ser
justo, todavía te ves bastante mal.
Me reí.
—Te extrañé,
también. Simplemente no quería que vieras… todo esto. Solo
quiero que, al
igual que… no importa. No siempre obtienes lo que quieres.
—¿Es así?
—preguntó—. Siempre pensé que el mundo era una fábrica que
concede
deseos.
—Resulta que
ese no es el caso —dije. Era tan hermoso. Intentó tomar mi
mano pero
sacudí mi cabeza—. No —dije en voz baja—. Si vamos a pasar
tiempo juntos,
tiene que ser, como, no de esa forma.
—Bien —dijo—.
Bien, tengo buenas y malas noticias sobre el frente
concede
deseos.
—¿Bien? —dije.
—La mala
noticia es que obviamente no podemos ir a Ámsterdam hasta
que estés
mejor. Los genios, sin embargo, pondrán en marcha su famosa
magia cuando estés
lo suficientemente bien.
—¿Esas son las
buenas noticias?
—No, la buena
noticia es que mientras estabas dormida, Peter Van Houten
compartió un
poco más de su brillante cerebro con nosotros.
Extendió su
mano hacia la mía otra vez, pero esta vez para deslizar en ella
una hoja de
carta doblada en gran medida, con el membrete de Peter
Van Houten,
Novelista Emérito.
~♥~♥~♥~♥~
No la leí hasta que llegué a casa, situada en mi propia cama
enorme y
vacía, sin ninguna posibilidad de interrupción médica. Me
tomó una
eternidad descifrar la caligrafía inclinada y desgarbada de
Van Houten.
||Querido Sr. Waters,
Estoy en posesión de su correo electrónico fechado 14 de
abril y debidamente impresionado por la
shakesperiana complejidad de su tragedia. Todos en esta
historia tienen una hamartia sólida como una
roca: ella, que está tan enferma; tú, que estás tan bien. Si
estuviera ella mejor o tú más enfermo, entonces
las estrellas no estarían tan terriblemente cruzadas, pero
es la naturaleza de las estrellas el cruzarse, y
nunca estuvo más equivocado Shakespeare que cuando escribió
la nota de Cassius: “La culpa, querido
Brutus, no está en nuestras estrellas/ sino en nosotros
mismos.” Es lo bastante fácil de decir cuando eres
un noble romano, ¡o Shakespeare!, pero no hay escases de
culpa a ser encontrada en medio de nuestras
estrellas.
Mientras que estamos en el tema de las insuficiencias del
viejo Will, su escritura acerca de la joven Hazel
me recuerda al quincuagésimo quinto soneto del Bardo, que
por supuesto comienza: “Ni el mármol, ni los
áureos monumentos / de los príncipes, durarán con la fuerza
de esta rima; / Y en ella tu esplendor tendrá
más brillo / Que en la losa, que mancha el tiempo impuro.
Fuera del tema, pero: Qué zorra es el avance
del tiempo. Jode a todo el mundo. Es un bello poema, pero
uno engañoso: realmente recordamos la
poderosa rima de Shakespeare, ¿pero qué recordamos sobre la
persona a la que conmemora? Nada.
Estamos bastante seguros de que era un hombre; todo lo demás
son conjeturas. Shakespeare nos dijo muy
poco del hombre al que sepultaron en su sarcófago
lingüístico. Hay que recordar también que cuando
hablamos de literatura, lo hacemos en tiempo presente.
Cuando hablamos de los muertos, no somos tan
amables. No inmortalizas a los que se han ido escribiendo
sobre ellos. El lenguaje entierra, pero no
resucita. Una revelación: no soy el primero en hacer esta
observación. Consultar el poema de MacLeish
“Ni el Mármol, ni los Áureos Monumentos”, que contiene la
heroica línea: “Debo decir que morirás y
nadie te recordará.”
Estoy divagando, pero aquí está el problema: los muertos son
visibles sólo en el terrible ojo sin párpado de
la memoria. Los vivos, gracias al cielo, conservan la capacidad
de sorprender y decepcionar. Tu Hazel está
viva, Waters, y no debes imponer tu voluntad sobre la
decisión de otro, particularmente de una decisión
nacida de la reflexión. Ella desea evitarte el dolor, y
deberías dejarla. Puede que no encuentres la lógica de
Hazel persuasiva, pero he vagado por este valle de lágrimas
durante más tiempo que tú, y desde donde
estoy sentado, ella no es la lunática.
Atentamente,
Peter Van Houten.||
~♥~♥~♥~♥~
Realmente
estaba escrita por él. Lamí mi dedo, lo pasé sobre el papel y la
tinta se
corrió un poco, así que supe que era muy real.
—Mamá —dije.
No lo dije fuerte, pero no tenía que hacerlo. Ella siempre
estaba esperando.
Asomó su cabeza por la puerta.
—¿Llamaste,
cariño?
—¿Podemos
llamar a la Dra. María y preguntarle si un viaje internacional
me mataría?
è Capítulo 8
Tuvimos un
gran Reunión del Equipo de Cáncer un par de días
después. De
vez en cuando, unos cuantos doctores, trabajadores
sociales,
terapeutas físicos y cualquier otro se reúnen alrededor de
una gran mesa
en un salón de conferencias y discuten mi situación. No la
situación de
Augustus Waters ni la situación de Ámsterdam. La situación del
cáncer.
La Dra. María
dirigió la reunión. Me abrazó cuando llegué allí. Era una
abrazadora.
Me sentía un
poco mejor, supongo. Dormir con el BiPAP toda la noche
hacía que mis
pulmones se sintieran casi normales, sin embargo,
nuevamente,
realmente no recordaba unos pulmones normales. Todo el
mundo llegó
allí e hicieron una gran demostración de voltear páginas y eso
así que todo
sería sobre mí, y luego la Dra. María dijo:
—Entonces las
grandes noticias son que el Phalanxifor continúa
controlando el
crecimiento del tumor, pero obviamente todavía seguimos
viendo serios
problemas con la acumulación de fluidos. Así que la pregunta
es, ¿cómo
deberíamos proceder?
Y entonces
sólo me vio, como si estuviera esperando una respuesta.
—Um —dije—,
¿siento que no soy la persona más indicada en este salón
para responder
esa pregunta?
Sonrió.
—Cierto,
estaba esperando por el Dr. Simons. ¿Dr. Simons? —Él era otro
doctor del
cáncer de algún tipo.
—Bueno,
sabemos por otros pacientes que la mayoría de los tumores
eventualmente
desarrollan una forma de crecer a pesar del Phalanxifor,
pero si ese
fuera el caso, hubiéramos visto el tumor crecer en los escaneos,
lo que no es
así. Así que no es eso todavía.
Todavía,
pensé.
El Dr. Simons
daba golpecitos a la mesa con su dedo índice.
—Pensamos en
general que posiblemente el Phalanxifor está empeorando
el edema, pero
enfrentaríamos problemas mucho más serios si
descontinuamos
su uso.
La Dra. María
añadió:
—Realmente no
entendemos los efectos a largo plazo del Phalanxifor. Muy
pocas personas
han estado bajo sus efectos como tú.
—¿Entonces no
vamos a hacer nada?
—Vamos a
seguir con el curso —dijo la Dra. María—, pero necesitaremos
impedir que el
edema crezca. –Me sentía un poco enferma por alguna
razón, como si
fuese a vomitar. Odio las Reuniones del Equipo de Cáncer
en general,
pero odiaba esta en particular—. Tu cáncer no se va a ir, Hazel.
Pero hemos
visto a personas con tu nivel de penetración de tumor vivir por
un largo
tiempo. —No pregunté que constituía un largo tiempo. Había
cometido ese
error antes—. Sé que con el haber salido de la UCI, no se
siente de esa
manera, pero este fluido es, al menos por el momento,
manejable.
—¿No puedo
recibir un trasplante de pulmón o algo así? —pregunté.
Los labios de
la doctora María se contrajeron en su boca.
—No serías
considerada como una candidata fuerte para un trasplante,
desafortunadamente
—dijo ella. Lo entendí: es inútil desperdiciar buenos
pulmones en un
caso sin esperanzas. Asentí, tratando de hacer ver como si
el comentario
no me hirió. Mi papá comenzó a llorar un poco. No lo miré,
pero nadie
dijo nada por un largo momento, así que su gimoteo era el
único sonido
en el salón.
Odiaba
herirlo. La mayoría de las veces, podía olvidarme de ello, pero la
inexorable
verdad es esta: Ellos podrían estar felices de tenerme alrededor,
pero yo era el
alfa y el omega del sufrimiento de mis padres.
~♥~♥~♥~♥~
Justo antes
del Milagro, cuando estaba en la UCI y parecía que iba a morir
y mi mamá me
estaba diciendo que estaba bien si me iba, y yo estaba
tratando de
irme, pero mis pulmones seguían buscando aire, mamá sollozó
algo en el
pecho de papá que deseo no haber escuchado, y que espero
que nunca sepa
que escuché. Dijo:
—No seré nunca
más una mamá —Me destruyó gravemente. No pude
dejar de
pensar en eso durante toda la Reunión del Equipo de Cáncer. No
podía
sacármelo de la cabeza, como sonó cuando lo dijo, como si nunca
fuera a estar
bien, lo cual probablemente era así. Como sea,
eventualmente
decidimos mantener las cosas iguales sólo con más
drenajes de
fluidos frecuentes. Al final, pregunté si podía viajar a
Ámsterdam, y
el Dr. Simons realmente y literalmente se rió, pero luego la
Dra. María
dijo:
—¿Por qué no?
—y Simons dijo, dudosamente:
—¿Por qué no?
Y la Dra.
María dijo:
—Sí, no veo
por qué no. Tienen oxígeno en los aviones, después de todo.
El Dr. Simons
dijo:
—¿Van a dejar
pasar un BiPAP? —y María dijo:
—Sí, o tendrán
uno esperando por ella.
—¿Complacer a
una paciente, una de las más prometedoras
sobrevivientes
del Phalanxifor, nada menos, con un vuelo de ocho horas sin
los únicos
médicos que íntimamente están familiarizados con su caso? Es
una receta
para el desastre.
La Dra. María se
encogió de hombros.
—Incrementaría
algunos riesgos —reconoció, pero luego se volvió hacia mí
y dijo—: Pero
es tu vida.
Excepto que no
lo era realmente. En el carro de vuelta a casa, mis padres
estuvieron de
acuerdo: no iría a Ámsterdam al menos hasta que hubiera
un acuerdo
médico de que estaría a salvo.
~♥~♥~♥~♥~
Augustus llamó
esa noche después de la cena. Ya estaba en cama,
después de la
cena se había convertido en mi hora de dormir por el
momento,
apoyada con una almohada y millones de almohadas, y
también mi oso
Bluie, con mi ordenador en mi regazo.
Contesté,
diciendo:
—Malas
noticias —y él dijo:
—Maldición,
¿qué?
—No puedo ir a
Ámsterdam. Uno de mis doctores piensa que es mala idea.
Estuvo callado
por un momento.
—Dios —dijo
el—. Debí simplemente haberlo pagado por mí mismo. Debía
haberte
llevado directo de los Huesos Funky a Ámsterdam.
—Pero entonces
yo habría tenido un probable episodio fatal de
desoxigenación
en Ámsterdam, y mi cuerpo tendría que haber sido
enviado de
vuelta en la bodega de carga de un avión —le dije.
—Bueno, sí
—dijo él—. Pero antes de eso, mi gran gesto romántico me
hubiera hecho
tener sexo.
Me reí muy
fuerte, lo suficientemente fuerte que sentí donde el tubo del
pecho había
estado.
—Te ríes
porque es verdad —dijo él.
Me reí de
nuevo.
—¡Es verdad,
no es así!
—Probablemente
no —dije, y luego después de un momento añadí— sin
embargo nunca
sabes.
Él se quejó en
miseria.
—Voy a morir
virgen —dijo.
—¿Eres virgen?
—pregunté, sorprendida.
—Hazel Grace
—dijo—, ¿tienes un bolígrafo y un pedazo de papel? —dije
que lo tenía—.
Bien, por favor dibuja un círculo. —Lo hice—. Ahora dibuja
un círculo más
pequeño dentro de ese círculo. —Lo hice—. El círculo
grande son los
vírgenes. El círculo más pequeño son los chicos de diecisiete
años con una
sola pierna.
Me reí de
nuevo, y le dije que teniendo la mayor parte de tus compromisos
sociales
produciéndose en un hospital de niños tampoco alientas la
promiscuidad,
y luego hablamos acerca del increíblemente brillante
comentario de
Peter Van Houten acerca de la cachondez del tiempo, y
aunque estaba
en la cama y él estaba en el sótano, realmente se sentía
como si
estuviéramos en un tercer espacio inexistente, el cual era un lugar
que en realidad
me gustaba visitar con él.
Luego colgué
el teléfono y mi mamá y mi papá vinieron a mi cuarto, y
aunque no era
lo suficientemente grande para los tres, se acostaron al
lado de la
cama y vimos ANTM en la pequeña televisión de mi cuarto. La
chica que no
me gustaba, Selena, fue expulsada, lo cual me hizo feliz por
alguna razón.
Luego mi mamá me conectó al BiPAP y me arropó, y mi
papá me besó
en la frente, con todo y barba, luego cerré mis ojos.
El BiPAP
esencialmente me quitó el control de mi respiración, lo cual era
intensamente
molesto, pero lo genial acerca de ello era que hacia todo
este ruido,
estridente con cada inhalación y zumbando mientras exhalaba.
Me mantuve
pensando que sonaba como un dragón respirando conmigo,
como si tuviera
este dragón de mascota que se acurrucaba junto a mí y se
preocupaba lo
suficiente acerca de mí para acompasar su respiración con
la mía. Estaba
pensando en eso a medida que me hundía en el sueño.
~♥~♥~♥~♥~
Me levanté
tarde esa mañana. Vi televisión en la cama y comprobé mi
correo y
después de un rato comencé a elaborar un correo para Peter
Van Houten
acerca de cómo no podía ir a Ámsterdam pero juraba por la
vida de mi
madre que nunca compartiría ninguna información acerca de
los personajes
con nadie, que ni siquiera quería compartirlo, porque era
una persona
terriblemente egoísta, y si podía decirme por favor si el
Hombre
Holandés del Tulipán va en serio y si la mamá de Anna se casa
con él y
también acerca de Sisyphus el Hámster. Pero no lo envíe. Era
demasiado
patético incluso para mí. Alrededor de las tres, cuando supuse
que Augustus
estaría en casa después de clases, entré en el patio y lo
llamé.
Mientras el teléfono sonaba, me senté en la hierba, estaba toda
cubierta de
maleza y de dientes de león.
Los columpios
estaban allí todavía, las malezas creciendo fuera de la zanja
que había
creado al impulsarme más alto con mis pies cuando era
pequeña.
Recordé a mi padre trayéndomelos a casa de Toys "R" Us21 y
construyéndolos
en el patio trasero con un vecino. Él había insistido en
balancearse él
primero para probarlo, y la maldita cosa casi se rompe.
El cielo era
gris y bajo, lleno de lluvia pero no llovía todavía. Colgué
cuando el
buzón de voz de Augustus me atendió y luego dejé el teléfono
en la tierra
junto a mí y seguí viendo los columpios, pensando que daría
todos los días
de enfermedad que me quedaban por sólo unos pocos
saludables.
Traté de decirme que podía haber sido peor, que el mundo no
era una
fábrica de deseos, que estaba viviendo con cáncer no muriendo
de él, que no
debería dejar que me matara antes de que me mate, y
luego comencé
a murmurar estúpida, estúpida, estúpida, estúpida,
estúpida una y
otra vez hasta que el sonido se desvinculó de su significado.
Seguía
diciendo eso cuando él devolvió la llamada.
—Hola —dije.
—Hazel Grace
—dijo él.
—Hola —dije
otra vez.
—¿Estás
llorando Hazel Grace?
—¿Mas o menos?
—¿Por qué?
—preguntó.
—Porque yo
sólo… quiero ir a Ámsterdam, y quiero que me diga que pasa
después de que
el libro termina, y no quiero mi vida particular, además el
cielo me está
deprimiendo, y está este viejo juego de columpio que mi
padre hizo
para mí cuando era una niña.
—Debo ver este
viejo juego de columpio inmediatamente —dijo—. Llegaré
en veinte minutos.
~♥~♥~♥~♥~
Me quedé en el
patio trasero porque mamá siempre estaba realmente
sofocante y
preocupada cuando estaba llorando, sobre todo porque no
lloraba muy
seguido, y sabía que ella querría hablar y discutir lo que sea
que no
considerara ajustado a mi medicación, el pensamiento completo
de esa
conversación me hacía querer vomitar.
No es como si
tuviera algún recuerdo totalmente conmovedor, o bien
iluminado de
un padre fuerte empujando a una niña saludable y la niña
diciendo más
alto, más alto, más alto o algún otro resonante momento
metafórico. El
juego de columpio sólo estaba puesto ahí, abandonado, los
dos pequeños
columpios todavía colgando tristes desde un tablón de
madera gris,
el contorno de los asientos dibujados como la sonrisa de un
niño.
Detrás de mí,
escuché la puerta de vidrio deslizante abrirse, me giré. Era
Augustus,
vistiendo unos pantalones caqui y una camisa manga corta a
cuadros
abotonada. Limpié mi cara con la manga y sonreí. —Hola —dije.
Le tomó un
segundo sentarse en la tierra cerca de mí, e hizo una mueca
mientras
aterrizó con muy poca gracia en su trasero.
—Hola —dijo
finalmente. Miré hacia él. Estaba mirando más allá de mí, a
través del
patio—. Veo tu punto —dijo mientras colocó un brazo alrededor
de mi hombro—.
Ese es un triste, maldito juego de columpio.
Puse mi cabeza
en su hombro.
—Gracias por
ofrecerte a venir.
—Te das cuenta
que tratando de mantener tu distancia de mí no
disminuirá mi
afecto por ti —dijo.
—¿Supongo?
—dije.
—Todos los
esfuerzos para salvarme de ti fallarán —dijo él.
—¿Por qué?
¿Por qué te gusto siquiera? ¿No has tenido suficiente de esto?
—pregunté,
pensando en Caroline Mathers.
Gus no
respondió. Él sólo se aferró a mí, sus dedos fuertes contra mi brazo
izquierdo.
—Vamos a hacer
algo sobre este maldito juego de columpios —dijo él—.
Te digo, es
noventa por ciento parte del problema.
~♥~♥~♥~♥~
Una vez que me
recuperé, fuimos adentro y nos sentamos en el sofá uno al
lado del otro,
la laptop en su rodilla, falsa, y la otra mitad en la mía.
—Caliente
—dije por la base de la laptop.
—¿Lo es ahora?
—Él sonrío. Gus cargó este sitio llamado Free No Catch y
juntos
escribimos un anuncio.
—¿Titulo?
—preguntó él.
—“Juego de
columpios necesita hogar” —dije.
—“Desesperado
y solitario juego de columpios necesita un amoroso hogar”
—dijo él.
—“Solitario,
vagamente pedófilo juego de columpios busca trasero de
niños” —dije.
Él se rio.
—Ese es el por
qué.
—¿Qué?
—Ese es el por
qué me gustas, ¿Te das cuentas cuan extraño es
encontrarse
con una chica ardiente que crea un adjetivo de la palabra
pedófilo?
Estás tan ocupada siendo tú que no tienes idea cuan
absolutamente
sin precedente eres.
Tomé un
profundo respiro a través de mi nariz. Ahí nunca habría suficiente
aire en el
mundo, pero la falta era particularmente aguda en ese
momento.
Escribimos el
anuncio juntos, editando al otro mientras fuera necesario. Al
final,
concordamos con esto:
“Desesperado y
Solitario Juego de Columpios Necesita un Amoroso Hogar
Un columpio,
muy gastado, pero estructuralmente en buen estado, busca
nuevo hogar.
Haz recuerdos con tu hijo o hijos así algún día él, ella o ellos
mirarán a
través del patio con un dolor sentimental y tan desesperado
como yo lo
hice esta tarde. Todo es frágil y fugaz, querido lector, pero con
este juego de
columpio, tu hijo (os) serán introducidos a los altos y bajos de
la vida humana
gentilmente y de manera segura, quizás también
aprendan la
más importante lección de todas: No importa cuán duro
golpees, no
importa cuán alto llegues, no puedes ir todo el camino de
vuelta.
El juego de
columpio reside cerca de la 83 Spring Mill”.
Después de
eso, encendimos la TV por un tiempo, pero no podíamos
encontrar nada
que ver, así que agarré Una Aflicción Imperial de la mesa
a lado de mi
cama y lo traje de regreso a la sala de estar donde Augustus
Waters me leyó
mientras mamá, hacía un bocadillo, escuchando.
—“Los ojos de
cristal de la madre girados hacia dentro” —Augustus
empezó.
Mientras leía, me enamoré de la manera en que te duermes:
lentamente,
hasta que finalmente lo haces.
~♥~♥~♥~♥~
Cuando revisé
mi correo una hora después, me di cuenta que teníamos
muchos
pretendientes de donde escoger para el juego de columpio. Al
final,
elegimos a un hombre llamado Daniel Álvarez quien incluyó una
fotografía de
sus tres hijos jugando juegos de videos con el título sólo quiero
que ellos
salgan. Le envié un correo en respuesta y le dije que lo recogiera
en su tiempo
libre.
Augustus me
preguntó si quería ir con él al grupo de apoyo, pero estaba
realmente
cansada de mi ocupado día de tener cáncer, así que pasé.
Estábamos
sentados en el sofá juntos, se empujó hacia arriba para irse
pero se dejó
caer otra vez en el sofá y furtivamente me dio un beso en la
mejilla.
—¡Augustus!
—dije.
—Amistosamente
—dijo. Se empujó arriba otra vez y se paró realmente
esta vez,
después tomó dos pasos hacia mi mamá y dijo—: Siempre es un
placer verte.
—Y mi mamá abrió sus brazos para abrazarlo, con lo cual
Augustus se
inclinó y besó a mi mamá en la mejilla. Se giró hacia mí y
preguntó—: ¿Lo
ves?
Fui a la cama
justo después de la cena, el BiPAP ahogando el mundo más
allá de mi
habitación.
Nunca vería el
juego de columpio otra vez.
~♥~♥~♥~♥~
Dormí por un
largo tiempo, diez horas, posiblemente porque la
recuperación
era lenta y posiblemente porque dormir pelea contra el
cáncer y
posiblemente porque era una adolescente sin ninguna hora en
particular
para despertar. No era lo suficientemente fuerte todavía para
regresar a
clase en el MCC. Cuando finalmente sentí que era hora de
pararse,
removí la boca del BiPAP de mi nariz, coloqué mi oxígeno
apretando el
botón de soporte, encendiéndolo y después agarré mi
laptop debajo
de mi cama, donde la guardé la noche anterior.
Tenía un
correo de Lidewij Vliegenthart.
||Querida
Hazel,
105
He recibido
noticias de los Genios diciendo que estarás visitándonos con Augustus Waters y
tu madre
empezando el 4
de Mayo. ¡Sólo en una semana! Peter y yo estamos encantados y no podemos
esperar para
conocerte. Tu
hotel, el Filosoof, está a sólo una calle de distancia de la casa de Peter.
Quizás deberíamos
darte un día
para que te acostumbres a la diferencia horaria, ¿Sí? Sólo si lo estimas
conveniente, te
conoceremos en
la casa de Peter la mañana del 5 de mayo y quizás a las diez en punto para una
taza de
café y para
que él responda las preguntas que tienes sobre su libro. ¿Y entonces tal vez
luego podamos
visitar un
museo o la Casa de Ana Frank?
Con todos los
mejores deseos,
Lidewij
Vliegenthart
Asistente
Ejecutivo del Sr. Peter Van Houten, autor de Una Aflicción Imperial ||
~♥~♥~♥~♥~
—Mamá —dije.
Ella no respondió—. ¡MAMÁ! —grité. Nada. Otra vez, más
alto—. ¡MAMÁ!
Ella corrió
vistiendo una toalla rosada gastada debajo de sus brazos,
goteando,
vagamente llena de pánico.
—¿Qué ocurre?
—Nada. Lo
siento, no sabía que estabas en la ducha —dije.
—Bañera
—dijo—. Yo sólo estaba… —Ella cerró sus ojos—. Sólo estaba
tratando de
tomar un baño por cinco segundos. Lo siento. ¿Qué sucede?
—¿Puedes
llamar a los Genios y decirles que el viaje se canceló? Acabo
de recibir un
correo de la asistente de Peter Van Houten. Ella cree que
vamos.
Ella presionó
sus labios y miró más allá de mí.
—¿Qué?
—pregunté.
—Se supone que
no debo decirte hasta que tu padre llegue a casa.
—¿Qué?
—El viaje se
hará —dijo finalmente—. La Dra. María nos llamó anoche e hizo
un convincente
caso que necesitabas vivir tú…
—MAMÁ, ¡TE AMO
TANTO! —grité, se acercó a la cama y me dejó
abrazarla.
Le escribí un
mensaje de texto a Augustus porque sabía que estaba en la
escuela:
¿Todavía estás
libre para el tres de Mayo?
Él respondió
inmediatamente.
Todo está
andando. Waters.
Si sólo
pudiera quedarme viva por una semana, conocería los secretos no
escritos de la
mamá de Anna y el hombre del tulipán holandés. Miré hacia
mi blusa a mi
pecho.
—Mantén tu
mierda junta —susurré a mis pulmones.
Capítulo 9
El día antes
de que nos fuéramos para Ámsterdam, volví al grupo de
apoyo por
primera vez desde que conocí a Augustus. El equipo
había rotado
un poco allí en el Literal Corazón de Jesús. Llegué
temprano, con
el tiempo suficiente para que Lida, la sobreviviente de
cáncer
apendicular perennemente fuerte me pusiera al día en todo
mientras comía
una galleta de chip de chocolate de la tienda de
comestibles
apoyándome contra la mesa de postres.
Michael, de
doce años y con leucemia había fallecido. Él había luchado
duro, me dijo
Lida, como si hubiera otra manera de luchar. Todos los
demás todavía
seguían allí. Ken estaba NEC22 después de la radiación.
Lucas había
recaído y ella lo dijo con una sonrisa triste y un pequeño
encogimiento
de hombros, en la manera en que podrías decir que un
alcohólico ha
recaído.
Una chica
linda y regordeta caminó hasta la mesa y saludó a Lida,
entonces se me
presentó como Susan. No sabía qué estaba mal con ella,
pero tenía una
cicatriz que se extendía desde el lado de su nariz hasta su
labio y sobre
su mejilla. Se había puesto maquillaje sobre la cicatriz, lo que
sólo servía
para enfatizarla. Estaba sintiéndome un poco sin aliento de estar
de pie, así
que dije:
—Voy a
sentarme entonces el ascensor se abrió, revelando a Isaac y su
mamá. Él
llevaba gafas de sol puestas y agarraba el brazo de su mamá
con una mano,
y un bastón con la otra.
—Hazel del
grupo de apoyo no Mónica —dije cuando él estuvo lo
suficientemente
cerca, y sonrió y dijo:
—Hola, Hazel.
¿Cómo va todo?
—Bien. Me he
vuelto realmente atractiva desde que quedaste ciego.
—Lo apuesto
—dijo. Su mamá lo llevó a una silla, besó la parte superior de
su cabeza, y
se retiró hacia el ascensor. Sintió el alrededor bajo él y luego
se sentó. Me
senté en la silla a su lado.
—Así que,
¿cómo va todo?
—Bien. Feliz
de estar en casa, supongo. ¿Gus me dijo que estuviste en la
UCI?
—Síp —dije.
—Apesta —dijo.
—Estoy mucho
mejor ahora —dije—. Voy a ir a Ámsterdam mañana con
Gus.
—Lo sé. Estoy
muy al día en tu vida, porque Gus nunca. Habla. De nada.
Más.
Sonreí.
Patrick se aclaró la garganta y dijo:
—¿Si todos
pudiéramos tomar asiento? —Captó mi mirada—. ¡Hazel! —
dijo—. ¡Estoy
muy feliz de verte!
Todos se
sentaron y Patrick empezó a contar de nuevo su historia de su
falta de
bolas, y caí en la rutina del grupo de apoyo: comunicación a
través de
suspiros con Isaac, sintiendo pena por todos en la habitación y
también por
todos fuera de ésta, alejándome de la conversación para
centrarme en
mi dificultad para respirar y el dolor. El mundo siguió, como lo
hace, sin mi
participación plena, y sólo desperté de la ensoñación cuando
alguien dijo
mi nombre.
Fue Lida la
Fuerte. Lida en remisión. Lida, rubia, sana y fornida, que nadaba
en su equipo
de natación de la secundaria, Lida, que perdió sólo su
apéndice,
diciendo mi nombre, diciendo:
—Hazel es una
inspiración para mí; de verdad lo es. Ella simplemente sigue
luchando la
batalla, despertándose cada mañana y yendo a luchar sin
queja. Es tan
fuerte. Es mucho más fuerte de lo que soy yo. Simplemente
desearía tener
su fuerza.
—¿Hazel?
—preguntó Patrick—. ¿Cómo te hace sentir eso?
Me encogí de
hombros y miré a Lida.
—Te daré mi
fuerza si puedo tener tu remisión —Me sentí culpable tan
pronto lo
dije.
—No creo que
eso sea lo que quiso decir Lida —dijo Patrick—. Creo que
ella… —Pero
dejé de escuchar.
Después de las
oraciones por los vivos y la letanía interminable por los
muertos, con
Michael agregado al final, sostuvimos nuestras manos y
dijimos:
—¡Vivir
nuestra mejor vida hoy!
Lida
inmediatamente se apresuró hacia mí llena de disculpas y una
explicación, y
le dije:
—No, no, está
realmente bien —Le dije adiós con la mano, y le dije a
Isaac—: ¿Te
importaría acompañarme arriba?
Él tomó mi
brazo, y caminé con él al ascensor, agradecida de tener una
excusa para
evitar las escaleras. Casi había hecho todo el camino hasta el
ascensor
cuando vi a su mamá parada en una esquina del Corazón Literal.
—Estoy aquí
—le dijo a Isaac, él cambió de mi brazo al de ella antes de
preguntar:
—¿Quieres
venir?
—Seguro —dije.
Me sentí mal por él. Aun cuando odiaba la simpatía que
las personas
sentían por mí, no pude evitar sentirla por él.
~♥~♥~♥~♥~
Isaac vivía en
un pequeño rancho en Meridian Hills al lado de una escuela
privada cara.
Nos sentamos en la sala mientras su mamá iba a la cocina a
hacer la cena,
y entonces él preguntó si quería jugar un juego.
—Seguro —dije.
Entonces él preguntó por el control remoto. Se lo di, y
encendió el
televisor y entonces un computador se conectó a éste. La
pantalla del
televisor permaneció negra, pero después de unos pocos
segundos una
voz profunda habló desde éste.
—Deception
—dijo la voz—. ¿Un jugador o dos?
—Dos —dijo
Isaac—. Pausa.
Se giró hacia
mí. —Juego este juego con Gus todo el tiempo, pero es
exasperante
porque él es un jugador de videojuegos completamente
suicida. Es,
como, demasiado agresivo en salvar civiles y cualquier cosa.
—Sí —dije,
recordando la noche de los trofeos rotos.
—Activa —dijo
Isaac.
—Jugador uno,
identifícate.
—Esta es la
voz sexy sexy del jugador uno —dijo Isaac.
—Jugador dos,
identifícate.
—Seré el
jugador dos, supongo —dije.
El Sargento
Mayor Max Mayhem y el Cabo Jasper Jacks despiertan en una
habitación
oscura y vacía de aproximadamente doce metros cuadrados.
Isaac apuntó
hacia el televisor, como si yo debiera hablarle o algo así.
—Um —dije—.
¿Hay un interruptor de luz?
—No.
—¿Hay una
puerta?
El Cabo Jacks
localiza la puerta. Está cerrada.
Isaac saltó.
—Hay una llave sobre el marco de la puerta.
Sí, la hay.
—Mayhem abre
la puerta.
La oscuridad
todavía es completa.
—Saca un
cuchillo —dijo Isaac.
—Saca un
cuchillo —agregué.
Un chico, el
hermano de Isaac, asumo, salió de la cocina. Quizás tenía
diez, nervioso
y lleno de energía, y saltó a través de la sala antes de gritar
en una
imitación realmente buena de la voz de Isaac:
—MATARME.
El Sargento
Mayhem lleva su cuchillo a su cuello. ¿Estás seguro de que…
—No —dijo
Isaac—. Pausa. Graham, no me hagas golpearte el culo.
Graham rió
tontamente y saltó hacia un pasillo.
Como Mayhem y
Jacks, Isaac y yo sentimos nuestro camino hacia la
cueva hasta
que tropezamos con un tipo a quién apuñalamos después de
hacer que nos
dijera que estábamos en una cueva de la prisión ucraniana,
a más de un
kilómetro bajo tierra. Mientras continuábamos, los efectos de
sonido, un río
subterráneo rugiendo, voces hablando en ucraniano y
acento inglés
te llevan a través de la cueva, pero no había nada que ver
en este juego.
Después de jugar por una hora, empezamos a escuchar los
quejidos de un
prisionero desesperado, rogando—: Dios, ayúdame. Dios,
ayúdame.
—Pausa —dijo
Isaac—. Aquí es cuando Gus siempre insiste en encontrar al
prisionero,
aun cuando eso evita que ganes el juego, y la única manera de
liberar
realmente al prisionero es ganar el juego.
—Sí, él se
toma los videojuegos en serio —dije—. Está un poco o tal vez
demasiado
enamorado de la metáfora.
—¿Te gusta?
—preguntó Isaac.
—Por supuesto
que me gusta. Él es genial.
—¿Pero no
quieres enrollarte con él?
Me encogí de
hombros.
—Es
complicado.
—Sé lo que
estás tratando de hacer. No quieres darle algo que no pueda
manejar. No
quieres que él sea tu Mónica —dijo.
—Más o menos
—dije. Pero no era así. La verdad era, no quería que él
fuera un Isaac
para mí—. Para ser justos con Mónica —dije—, lo que le
hiciste
tampoco fue muy agradable.
—¿Qué le hice?
—preguntó, a la defensiva.
—Ya sabes,
quedarte ciego y todo eso.
—Pero eso no
es mi culpa —dijo Isaac.
—No estoy
diciendo que sea tu culpa. Estoy diciendo que no fue
agradable.
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