viernes, 14 de marzo de 2014

Bajo la misma estrella. [Capítulos 7-9]



Capítulo 7


Grité para despertar a mis padres, que irrumpieron en mi habitación,
pero no había nada que pudieran hacer para disminuir la
supernova que estaba explotando dentro de mi cerebro, una
cadena interminable de petardos intracraneales que me hicieron pensar
que me estaba yendo de una vez por todas, y me dije, como me había
dicho antes, que el cuerpo se apaga cuando el dolor empeora
demasiado, que la consciencia es temporal, que esto pasaría. Pero al igual
que siempre, no me deslicé lejos. Me quedé en la orilla con las olas
pasando sobre mí, incapaces de ahogarme.
Papá manejó, hablando por teléfono con el hospital, mientras yo yacía en
la parte de atrás con mi cabeza en el regazo de mamá. No había nada
que pudiera hacer: los gritos lo empeoraban. Cualquier estímulo lo
empeoraba, en realidad.
La única solución era intentar deshacer el mundo, volverlo oscuro,
silencioso y deshabitado de nuevo, regresar al momento antes del Big
Bang, al principio, cuando estaba el verbo, y vivir en ese espacio vacío y
sin creación, sola con la palabra.
La gente hablaba de la valentía de los pacientes con cáncer, y yo no
negaba esa valentía. Había sido pinchada, abierta con un bisturí, y
envenenada durante años, y todavía continuaba aquí. Pero no se
equivoquen: en ese momento, hubiera estado muy, muy feliz de morir.
~♥~♥~♥~♥~
Desperté en la UCI. Podía decir que estaba en la UCI porque no tenía mi
propia habitación y porque había demasiados pitidos y porque estaba
sola: ellos no permiten que tu familia se quede contigo 24/7 en la UCI de
Hospital Infantil porque es un riesgo de infección. Había lamentos en el pasillo. El hijo de alguien había muerto. Estaba sola. Apreté el botón rojo de
llamada.
Una enfermera entró un momento después —Hola —dije.
—Hola, Hazel. Soy Alison, tu enfermera —dijo.
—Hola, Alison, mi enfermera —dije.
Luego de lo cual comencé a sentirme muy cansada otra vez. Pero
desperté un poco cuando mis padres entraron, llorando y besando mi
rostro repetidas veces, y extendí mi mano para ellos e intenté apretar, pero
todo en mí dolía cuando apretaba, y mamá y papá me dijeron que no
tenía un tumor cerebral, sino que mi dolor de cabeza había sido causado
por la falta de oxigenación, lo que sucedió porque mis pulmones estaban
nadando en fluido, del cual ¡¡¡¡un litro y medio!!!! Había sido drenado de mi
pecho, motivo por el cual sentía una ligera molestia en mi costado, donde
había, ¡hey, mira eso!, un tubo que iba de mi pecho a una vejiga plástica
medio llena de un líquido que misteriosamente se parecía a la cerveza
ámbar favorita de papá. Mamá me dijo que me iría a casa, realmente lo
haría, que simplemente tendría que hacer que me drenaran esto de vez
en cuando y tendría que volver a usar el BiPAP20, esta máquina que
durante la noche forzaba el aire dentro y fuera de mis pulmones de
mierda. Pero había tenido un PET de cuerpo completo durante la primera
noche en el hospital, me dijeron, y las noticias eran buenas: no había
crecimiento del tumor No había nuevos tumores El dolor en mi hombro
había sido provocado por la falta-de-oxígeno el dolor por mi corazón trabajando semi-duro.
—La Dra. María dijo esta mañana que se mantiene optimista —dijo papá.
Me gustaba la Dra. María, no te mentía, por lo que se sentía como algo
bueno de oír.
—Esta es solo una cosa, Hazel —dijo mi mamá—. Es una cosa con la que
podemos vivir. Asentí, y luego Alison, mi enfermera educadamente les hizo salir. Me
preguntó si quería algunos trocitos de hielo y asentí, por lo que se sentó en
la cama conmigo y los puso con una cuchara en mi boca.
—Entonces, has estado fuera un par de días —dijo Alison—. Hmmm, lo que
te has perdido… una celebridad se drogaba. Políticos en desacuerdo. Otra
celebridad usó un bikini que mostraba una imperfección corporal. Un
equipo ganó un evento deportivo, pero otro equipo perdió. —Sonreí—. No
puedes irte y desaparecer de todo de esta forma, Hazel. Te pierdes
demasiado.
—¿Más? —pedí, asintiendo hacia el vaso blanco de polietileno en su
mano.
—No debería —dijo ella—, pero soy una rebelde.
Me dio otra cucharada llena de trocitos de hielo. Murmuré un “gracias”.
Alabemos a Dios por las buenas enfermeras. —¿Te estás cansando? —
preguntó. Asentí—. Duerme por un rato —dijo. Intentaré crear alguna
interferencia y darte un par de horas antes de que alguien venga a revisar
los signos vitales y cosas así —dije gracias otra vez. En el hospital dices
gracias un montón. Intenté acomodarme en la cama—. ¿No vas a
preguntar por tu novio? —preguntó.
—No tengo uno —le dije.
—Bueno, hay que chico que apenas ha dejado la sala de espera desde
que ingresaste —dijo.
—No me ha visto de así, ¿verdad?
—No. Sólo la familia.
Asentí y me hundí en un sueño acuoso.
~♥~♥~♥~♥~

Me tomaría seis días volver a casa, seis no-días mirando la acústica losa del
techo, ver televisión, dormir, tener dolor y desear que el tiempo pasara. No
vi a Augustus ni a nadie más que a mis padres. Mi cabello parecía el nido
de un ave; mi andar, arrastrando los pies me hacía parecer un paciente  demencial. Sin embargo, me sentía un poquito mejor cada día: cada
sueño terminaba para revelar a una persona que se parecía un poco más
a mí. Dormir combate el cáncer, el habitual Dr. Jim dijo por milésima vez
mientras se cernía sobre mí un mañana, rodeado por un círculo de
estudiantes de medicina.
—Entonces soy una máquina de pelea contra el cáncer —le dije.
—Eso eres, Hazel. Sigue descansando, y probablemente estarás en casa
pronto
~♥~♥~♥~♥~

El martes, me dijeron que me iría a casa el miércoles. El miércoles, dos
estudiantes de medicina mínimamente supervisados removieron el tubo de
drenaje de mi pecho, lo que se sintió como ser apuñalada a la inversa y en
general no salió demasiado bien, así que decidieron que tendría que
quedarme hasta el jueves. Estaba comenzando a pensar que era el objeto
de algún experimento existencialista en un permanente estado de
negación de la gratificación cuando la Dra. María apareció la mañana
del viernes, se movió a mi alrededor por un minuto, y me dijo que estaba
bien para irme.
Así que mamá abrió su bolso de tamaño excesivo para revelar que había
tenido mi ropa para ir a casa con ella todo el tiempo. Una enfermera vino
y sacó mi vía intravenosa. Me sentí libre de ataduras aunque todavía tenía
que llevar mi tanque de oxígeno a todos lados conmigo. Fui al baño, tomé
mi primera ducha en una semana, me vestí, y cuando salí, estaba tan
cansada que tuve que recostarme y recuperar el aliento.
Mamá preguntó:
—¿Quieres ver a Augustus?
—Supongo —dije, después de un minuto. Me puse de pie y arrastré mis pies
hasta una de las sillas de plástico que estaba contra la pared, metiendo mi
tanque bajo la silla. Eso me agotó.
Papá regresó con Augustus un par de minutos más tarde. Su cabello
estaba desordenado, derramándose sobre su frente. Se iluminó con una  verdadera sonrisa tonta de Augustus Waters cuando me vio, y no pude
evitar sonreírle en respuesta. Se sentó en la silla reclinable de cuero de
imitación azul junto a mi silla. Se inclinó hacia mí, pareciendo incapaz de
reprimir la sonrisa.
Mamá y papá nos dejaron solos, lo que se sintió incómodo. Me esforcé por
mirarlo a los ojos, aunque eran la clase de ojos bonitos que son difíciles de
mirar.
—Te extrañé —dijo Augustus.
Mi voz salió más baja de lo que quería.
—Gracias por no intentar verme cuando me veía como el infierno.
—Para ser justo, todavía te ves bastante mal.
Me reí.
—Te extrañé, también. Simplemente no quería que vieras… todo esto. Solo
quiero que, al igual que… no importa. No siempre obtienes lo que quieres.
—¿Es así? —preguntó—. Siempre pensé que el mundo era una fábrica que
concede deseos.
—Resulta que ese no es el caso —dije. Era tan hermoso. Intentó tomar mi
mano pero sacudí mi cabeza—. No —dije en voz baja—. Si vamos a pasar
tiempo juntos, tiene que ser, como, no de esa forma.
—Bien —dijo—. Bien, tengo buenas y malas noticias sobre el frente
concede deseos.
—¿Bien? —dije.
—La mala noticia es que obviamente no podemos ir a Ámsterdam hasta
que estés mejor. Los genios, sin embargo, pondrán en marcha su famosa
magia cuando estés lo suficientemente bien.
—¿Esas son las buenas noticias?
—No, la buena noticia es que mientras estabas dormida, Peter Van Houten
compartió un poco más de su brillante cerebro con nosotros. 
Extendió su mano hacia la mía otra vez, pero esta vez para deslizar en ella
una hoja de carta doblada en gran medida, con el membrete de Peter

Van Houten, Novelista Emérito.
~♥~♥~♥~♥~

No la leí hasta que llegué a casa, situada en mi propia cama enorme y
vacía, sin ninguna posibilidad de interrupción médica. Me tomó una
eternidad descifrar la caligrafía inclinada y desgarbada de Van Houten.
||Querido Sr. Waters,
Estoy en posesión de su correo electrónico fechado 14 de abril y debidamente impresionado por la
shakesperiana complejidad de su tragedia. Todos en esta historia tienen una hamartia sólida como una
roca: ella, que está tan enferma; tú, que estás tan bien. Si estuviera ella mejor o tú más enfermo, entonces
las estrellas no estarían tan terriblemente cruzadas, pero es la naturaleza de las estrellas el cruzarse, y
nunca estuvo más equivocado Shakespeare que cuando escribió la nota de Cassius: “La culpa, querido
Brutus, no está en nuestras estrellas/ sino en nosotros mismos.” Es lo bastante fácil de decir cuando eres
un noble romano, ¡o Shakespeare!, pero no hay escases de culpa a ser encontrada en medio de nuestras
estrellas.
Mientras que estamos en el tema de las insuficiencias del viejo Will, su escritura acerca de la joven Hazel
me recuerda al quincuagésimo quinto soneto del Bardo, que por supuesto comienza: “Ni el mármol, ni los
áureos monumentos / de los príncipes, durarán con la fuerza de esta rima; / Y en ella tu esplendor tendrá
más brillo / Que en la losa, que mancha el tiempo impuro. Fuera del tema, pero: Qué zorra es el avance
del tiempo. Jode a todo el mundo. Es un bello poema, pero uno engañoso: realmente recordamos la
poderosa rima de Shakespeare, ¿pero qué recordamos sobre la persona a la que conmemora? Nada.
Estamos bastante seguros de que era un hombre; todo lo demás son conjeturas. Shakespeare nos dijo muy
poco del hombre al que sepultaron en su sarcófago lingüístico. Hay que recordar también que cuando
hablamos de literatura, lo hacemos en tiempo presente. Cuando hablamos de los muertos, no somos tan
amables. No inmortalizas a los que se han ido escribiendo sobre ellos. El lenguaje entierra, pero no
resucita. Una revelación: no soy el primero en hacer esta observación. Consultar el poema de MacLeish
“Ni el Mármol, ni los Áureos Monumentos”, que contiene la heroica línea: “Debo decir que morirás y
nadie te recordará.”
Estoy divagando, pero aquí está el problema: los muertos son visibles sólo en el terrible ojo sin párpado de
la memoria. Los vivos, gracias al cielo, conservan la capacidad de sorprender y decepcionar. Tu Hazel está
viva, Waters, y no debes imponer tu voluntad sobre la decisión de otro, particularmente de una decisión
nacida de la reflexión. Ella desea evitarte el dolor, y deberías dejarla. Puede que no encuentres la lógica de 
Hazel persuasiva, pero he vagado por este valle de lágrimas durante más tiempo que tú, y desde donde
estoy sentado, ella no es la lunática.
Atentamente,
Peter Van Houten.||

~♥~♥~♥~♥~

Realmente estaba escrita por él. Lamí mi dedo, lo pasé sobre el papel y la
tinta se corrió un poco, así que supe que era muy real.
—Mamá —dije. No lo dije fuerte, pero no tenía que hacerlo. Ella siempre
estaba esperando. Asomó su cabeza por la puerta.
—¿Llamaste, cariño?
—¿Podemos llamar a la Dra. María y preguntarle si un viaje internacional
me mataría?

è Capítulo 8

Tuvimos un gran Reunión del Equipo de Cáncer un par de días
después. De vez en cuando, unos cuantos doctores, trabajadores
sociales, terapeutas físicos y cualquier otro se reúnen alrededor de
una gran mesa en un salón de conferencias y discuten mi situación. No la
situación de Augustus Waters ni la situación de Ámsterdam. La situación del
cáncer.
La Dra. María dirigió la reunión. Me abrazó cuando llegué allí. Era una
abrazadora.
Me sentía un poco mejor, supongo. Dormir con el BiPAP toda la noche
hacía que mis pulmones se sintieran casi normales, sin embargo,
nuevamente, realmente no recordaba unos pulmones normales. Todo el
mundo llegó allí e hicieron una gran demostración de voltear páginas y eso
así que todo sería sobre mí, y luego la Dra. María dijo:
—Entonces las grandes noticias son que el Phalanxifor continúa
controlando el crecimiento del tumor, pero obviamente todavía seguimos
viendo serios problemas con la acumulación de fluidos. Así que la pregunta
es, ¿cómo deberíamos proceder?
Y entonces sólo me vio, como si estuviera esperando una respuesta.
—Um —dije—, ¿siento que no soy la persona más indicada en este salón
para responder esa pregunta?
Sonrió.
—Cierto, estaba esperando por el Dr. Simons. ¿Dr. Simons? —Él era otro
doctor del cáncer de algún tipo.
—Bueno, sabemos por otros pacientes que la mayoría de los tumores
eventualmente desarrollan una forma de crecer a pesar del Phalanxifor,
pero si ese fuera el caso, hubiéramos visto el tumor crecer en los escaneos,
lo que no es así. Así que no es eso todavía.
Todavía, pensé.
El Dr. Simons daba golpecitos a la mesa con su dedo índice.
—Pensamos en general que posiblemente el Phalanxifor está empeorando
el edema, pero enfrentaríamos problemas mucho más serios si
descontinuamos su uso.
La Dra. María añadió:
—Realmente no entendemos los efectos a largo plazo del Phalanxifor. Muy
pocas personas han estado bajo sus efectos como tú.
—¿Entonces no vamos a hacer nada?
—Vamos a seguir con el curso —dijo la Dra. María—, pero necesitaremos
impedir que el edema crezca. –Me sentía un poco enferma por alguna
razón, como si fuese a vomitar. Odio las Reuniones del Equipo de Cáncer
en general, pero odiaba esta en particular—. Tu cáncer no se va a ir, Hazel.
Pero hemos visto a personas con tu nivel de penetración de tumor vivir por
un largo tiempo. —No pregunté que constituía un largo tiempo. Había
cometido ese error antes—. Sé que con el haber salido de la UCI, no se
siente de esa manera, pero este fluido es, al menos por el momento,
manejable.
—¿No puedo recibir un trasplante de pulmón o algo así? —pregunté.
Los labios de la doctora María se contrajeron en su boca.
—No serías considerada como una candidata fuerte para un trasplante,
desafortunadamente —dijo ella. Lo entendí: es inútil desperdiciar buenos
pulmones en un caso sin esperanzas. Asentí, tratando de hacer ver como si
el comentario no me hirió. Mi papá comenzó a llorar un poco. No lo miré,
pero nadie dijo nada por un largo momento, así que su gimoteo era el
único sonido en el salón. 
Odiaba herirlo. La mayoría de las veces, podía olvidarme de ello, pero la
inexorable verdad es esta: Ellos podrían estar felices de tenerme alrededor,
pero yo era el alfa y el omega del sufrimiento de mis padres.
~♥~♥~♥~♥~

Justo antes del Milagro, cuando estaba en la UCI y parecía que iba a morir
y mi mamá me estaba diciendo que estaba bien si me iba, y yo estaba
tratando de irme, pero mis pulmones seguían buscando aire, mamá sollozó
algo en el pecho de papá que deseo no haber escuchado, y que espero
que nunca sepa que escuché. Dijo:
—No seré nunca más una mamá —Me destruyó gravemente. No pude
dejar de pensar en eso durante toda la Reunión del Equipo de Cáncer. No
podía sacármelo de la cabeza, como sonó cuando lo dijo, como si nunca
fuera a estar bien, lo cual probablemente era así. Como sea,
eventualmente decidimos mantener las cosas iguales sólo con más
drenajes de fluidos frecuentes. Al final, pregunté si podía viajar a
Ámsterdam, y el Dr. Simons realmente y literalmente se rió, pero luego la
Dra. María dijo:
—¿Por qué no? —y Simons dijo, dudosamente:
—¿Por qué no?
Y la Dra. María dijo:
—Sí, no veo por qué no. Tienen oxígeno en los aviones, después de todo.
El Dr. Simons dijo:
—¿Van a dejar pasar un BiPAP? —y María dijo:
—Sí, o tendrán uno esperando por ella.
—¿Complacer a una paciente, una de las más prometedoras
sobrevivientes del Phalanxifor, nada menos, con un vuelo de ocho horas sin
los únicos médicos que íntimamente están familiarizados con su caso? Es
una receta para el desastre.
La Dra. María se encogió de hombros. 
—Incrementaría algunos riesgos —reconoció, pero luego se volvió hacia mí
y dijo—: Pero es tu vida.
Excepto que no lo era realmente. En el carro de vuelta a casa, mis padres
estuvieron de acuerdo: no iría a Ámsterdam al menos hasta que hubiera
un acuerdo médico de que estaría a salvo.
~♥~♥~♥~♥~

Augustus llamó esa noche después de la cena. Ya estaba en cama,
después de la cena se había convertido en mi hora de dormir por el
momento, apoyada con una almohada y millones de almohadas, y
también mi oso Bluie, con mi ordenador en mi regazo.
Contesté, diciendo:
—Malas noticias —y él dijo:
—Maldición, ¿qué?
—No puedo ir a Ámsterdam. Uno de mis doctores piensa que es mala idea.
Estuvo callado por un momento.
—Dios —dijo el—. Debí simplemente haberlo pagado por mí mismo. Debía
haberte llevado directo de los Huesos Funky a Ámsterdam.
—Pero entonces yo habría tenido un probable episodio fatal de
desoxigenación en Ámsterdam, y mi cuerpo tendría que haber sido
enviado de vuelta en la bodega de carga de un avión —le dije.
—Bueno, sí —dijo él—. Pero antes de eso, mi gran gesto romántico me
hubiera hecho tener sexo.
Me reí muy fuerte, lo suficientemente fuerte que sentí donde el tubo del
pecho había estado.
—Te ríes porque es verdad —dijo él.
Me reí de nuevo.
—¡Es verdad, no es así!   
—Probablemente no —dije, y luego después de un momento añadí— sin
embargo nunca sabes.
Él se quejó en miseria.
—Voy a morir virgen —dijo.
—¿Eres virgen? —pregunté, sorprendida.
—Hazel Grace —dijo—, ¿tienes un bolígrafo y un pedazo de papel? —dije
que lo tenía—. Bien, por favor dibuja un círculo. —Lo hice—. Ahora dibuja
un círculo más pequeño dentro de ese círculo. —Lo hice—. El círculo
grande son los vírgenes. El círculo más pequeño son los chicos de diecisiete
años con una sola pierna.
Me reí de nuevo, y le dije que teniendo la mayor parte de tus compromisos
sociales produciéndose en un hospital de niños tampoco alientas la
promiscuidad, y luego hablamos acerca del increíblemente brillante
comentario de Peter Van Houten acerca de la cachondez del tiempo, y
aunque estaba en la cama y él estaba en el sótano, realmente se sentía
como si estuviéramos en un tercer espacio inexistente, el cual era un lugar
que en realidad me gustaba visitar con él.
Luego colgué el teléfono y mi mamá y mi papá vinieron a mi cuarto, y
aunque no era lo suficientemente grande para los tres, se acostaron al
lado de la cama y vimos ANTM en la pequeña televisión de mi cuarto. La
chica que no me gustaba, Selena, fue expulsada, lo cual me hizo feliz por
alguna razón. Luego mi mamá me conectó al BiPAP y me arropó, y mi
papá me besó en la frente, con todo y barba, luego cerré mis ojos.
El BiPAP esencialmente me quitó el control de mi respiración, lo cual era
intensamente molesto, pero lo genial acerca de ello era que hacia todo
este ruido, estridente con cada inhalación y zumbando mientras exhalaba.
Me mantuve pensando que sonaba como un dragón respirando conmigo,
como si tuviera este dragón de mascota que se acurrucaba junto a mí y se
preocupaba lo suficiente acerca de mí para acompasar su respiración con
la mía. Estaba pensando en eso a medida que me hundía en el sueño.

~♥~♥~♥~♥~
Me levanté tarde esa mañana. Vi televisión en la cama y comprobé mi
correo y después de un rato comencé a elaborar un correo para Peter
Van Houten acerca de cómo no podía ir a Ámsterdam pero juraba por la
vida de mi madre que nunca compartiría ninguna información acerca de
los personajes con nadie, que ni siquiera quería compartirlo, porque era
una persona terriblemente egoísta, y si podía decirme por favor si el
Hombre Holandés del Tulipán va en serio y si la mamá de Anna se casa
con él y también acerca de Sisyphus el Hámster. Pero no lo envíe. Era
demasiado patético incluso para mí. Alrededor de las tres, cuando supuse
que Augustus estaría en casa después de clases, entré en el patio y lo
llamé. Mientras el teléfono sonaba, me senté en la hierba, estaba toda
cubierta de maleza y de dientes de león.
Los columpios estaban allí todavía, las malezas creciendo fuera de la zanja
que había creado al impulsarme más alto con mis pies cuando era
pequeña. Recordé a mi padre trayéndomelos a casa de Toys "R" Us21 y
construyéndolos en el patio trasero con un vecino. Él había insistido en
balancearse él primero para probarlo, y la maldita cosa casi se rompe.
El cielo era gris y bajo, lleno de lluvia pero no llovía todavía. Colgué
cuando el buzón de voz de Augustus me atendió y luego dejé el teléfono
en la tierra junto a mí y seguí viendo los columpios, pensando que daría
todos los días de enfermedad que me quedaban por sólo unos pocos
saludables. Traté de decirme que podía haber sido peor, que el mundo no
era una fábrica de deseos, que estaba viviendo con cáncer no muriendo
de él, que no debería dejar que me matara antes de que me mate, y
luego comencé a murmurar estúpida, estúpida, estúpida, estúpida,
estúpida una y otra vez hasta que el sonido se desvinculó de su significado.
Seguía diciendo eso cuando él devolvió la llamada.
—Hola —dije.
—Hazel Grace —dijo él.
—Hola —dije otra vez.
—¿Estás llorando Hazel Grace?
—¿Mas o menos?
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque yo sólo… quiero ir a Ámsterdam, y quiero que me diga que pasa
después de que el libro termina, y no quiero mi vida particular, además el
cielo me está deprimiendo, y está este viejo juego de columpio que mi
padre hizo para mí cuando era una niña.
—Debo ver este viejo juego de columpio inmediatamente —dijo—. Llegaré
en veinte minutos.
 ~♥~♥~♥~♥~
Me quedé en el patio trasero porque mamá siempre estaba realmente
sofocante y preocupada cuando estaba llorando, sobre todo porque no
lloraba muy seguido, y sabía que ella querría hablar y discutir lo que sea
que no considerara ajustado a mi medicación, el pensamiento completo
de esa conversación me hacía querer vomitar.
No es como si tuviera algún recuerdo totalmente conmovedor, o bien
iluminado de un padre fuerte empujando a una niña saludable y la niña
diciendo más alto, más alto, más alto o algún otro resonante momento
metafórico. El juego de columpio sólo estaba puesto ahí, abandonado, los
dos pequeños columpios todavía colgando tristes desde un tablón de
madera gris, el contorno de los asientos dibujados como la sonrisa de un
niño.
Detrás de mí, escuché la puerta de vidrio deslizante abrirse, me giré. Era
Augustus, vistiendo unos pantalones caqui y una camisa manga corta a
cuadros abotonada. Limpié mi cara con la manga y sonreí. —Hola —dije.
Le tomó un segundo sentarse en la tierra cerca de mí, e hizo una mueca
mientras aterrizó con muy poca gracia en su trasero.
—Hola —dijo finalmente. Miré hacia él. Estaba mirando más allá de mí, a
través del patio—. Veo tu punto —dijo mientras colocó un brazo alrededor
de mi hombro—. Ese es un triste, maldito juego de columpio.
Puse mi cabeza en su hombro.
—Gracias por ofrecerte a venir. 
—Te das cuenta que tratando de mantener tu distancia de mí no
disminuirá mi afecto por ti —dijo.
—¿Supongo? —dije.
—Todos los esfuerzos para salvarme de ti fallarán —dijo él.
—¿Por qué? ¿Por qué te gusto siquiera? ¿No has tenido suficiente de esto?
—pregunté, pensando en Caroline Mathers.
Gus no respondió. Él sólo se aferró a mí, sus dedos fuertes contra mi brazo
izquierdo.
—Vamos a hacer algo sobre este maldito juego de columpios —dijo él—.
Te digo, es noventa por ciento parte del problema.
~♥~♥~♥~♥~
Una vez que me recuperé, fuimos adentro y nos sentamos en el sofá uno al
lado del otro, la laptop en su rodilla, falsa, y la otra mitad en la mía.
—Caliente —dije por la base de la laptop.
—¿Lo es ahora? —Él sonrío. Gus cargó este sitio llamado Free No Catch y
juntos escribimos un anuncio.
—¿Titulo? —preguntó él.
—“Juego de columpios necesita hogar” —dije.
—“Desesperado y solitario juego de columpios necesita un amoroso hogar”
—dijo él.
—“Solitario, vagamente pedófilo juego de columpios busca trasero de
niños” —dije.
Él se rio.
—Ese es el por qué.
—¿Qué? 
—Ese es el por qué me gustas, ¿Te das cuentas cuan extraño es
encontrarse con una chica ardiente que crea un adjetivo de la palabra
pedófilo? Estás tan ocupada siendo tú que no tienes idea cuan
absolutamente sin precedente eres.
Tomé un profundo respiro a través de mi nariz. Ahí nunca habría suficiente
aire en el mundo, pero la falta era particularmente aguda en ese
momento.
Escribimos el anuncio juntos, editando al otro mientras fuera necesario. Al
final, concordamos con esto:
“Desesperado y Solitario Juego de Columpios Necesita un Amoroso Hogar
Un columpio, muy gastado, pero estructuralmente en buen estado, busca
nuevo hogar. Haz recuerdos con tu hijo o hijos así algún día él, ella o ellos
mirarán a través del patio con un dolor sentimental y tan desesperado
como yo lo hice esta tarde. Todo es frágil y fugaz, querido lector, pero con
este juego de columpio, tu hijo (os) serán introducidos a los altos y bajos de
la vida humana gentilmente y de manera segura, quizás también
aprendan la más importante lección de todas: No importa cuán duro
golpees, no importa cuán alto llegues, no puedes ir todo el camino de
vuelta.
El juego de columpio reside cerca de la 83 Spring Mill”.
Después de eso, encendimos la TV por un tiempo, pero no podíamos
encontrar nada que ver, así que agarré Una Aflicción Imperial de la mesa
a lado de mi cama y lo traje de regreso a la sala de estar donde Augustus
Waters me leyó mientras mamá, hacía un bocadillo, escuchando.
—“Los ojos de cristal de la madre girados hacia dentro” —Augustus
empezó. Mientras leía, me enamoré de la manera en que te duermes:
lentamente, hasta que finalmente lo haces.
~♥~♥~♥~♥~

Cuando revisé mi correo una hora después, me di cuenta que teníamos
muchos pretendientes de donde escoger para el juego de columpio. Al
final, elegimos a un hombre llamado Daniel Álvarez quien incluyó una 
fotografía de sus tres hijos jugando juegos de videos con el título sólo quiero
que ellos salgan. Le envié un correo en respuesta y le dije que lo recogiera
en su tiempo libre.
Augustus me preguntó si quería ir con él al grupo de apoyo, pero estaba
realmente cansada de mi ocupado día de tener cáncer, así que pasé.
Estábamos sentados en el sofá juntos, se empujó hacia arriba para irse
pero se dejó caer otra vez en el sofá y furtivamente me dio un beso en la
mejilla.
—¡Augustus! —dije.
—Amistosamente —dijo. Se empujó arriba otra vez y se paró realmente
esta vez, después tomó dos pasos hacia mi mamá y dijo—: Siempre es un
placer verte. —Y mi mamá abrió sus brazos para abrazarlo, con lo cual
Augustus se inclinó y besó a mi mamá en la mejilla. Se giró hacia mí y
preguntó—: ¿Lo ves?
Fui a la cama justo después de la cena, el BiPAP ahogando el mundo más
allá de mi habitación.
Nunca vería el juego de columpio otra vez.
~♥~♥~♥~♥~

Dormí por un largo tiempo, diez horas, posiblemente porque la
recuperación era lenta y posiblemente porque dormir pelea contra el
cáncer y posiblemente porque era una adolescente sin ninguna hora en
particular para despertar. No era lo suficientemente fuerte todavía para
regresar a clase en el MCC. Cuando finalmente sentí que era hora de
pararse, removí la boca del BiPAP de mi nariz, coloqué mi oxígeno
apretando el botón de soporte, encendiéndolo y después agarré mi
laptop debajo de mi cama, donde la guardé la noche anterior.
Tenía un correo de Lidewij Vliegenthart.
||Querida Hazel,
 
105

He recibido noticias de los Genios diciendo que estarás visitándonos con Augustus Waters y tu madre
empezando el 4 de Mayo. ¡Sólo en una semana! Peter y yo estamos encantados y no podemos esperar para
conocerte. Tu hotel, el Filosoof, está a sólo una calle de distancia de la casa de Peter. Quizás deberíamos
darte un día para que te acostumbres a la diferencia horaria, ¿Sí? Sólo si lo estimas conveniente, te
conoceremos en la casa de Peter la mañana del 5 de mayo y quizás a las diez en punto para una taza de
café y para que él responda las preguntas que tienes sobre su libro. ¿Y entonces tal vez luego podamos
visitar un museo o la Casa de Ana Frank?
Con todos los mejores deseos,
Lidewij Vliegenthart
Asistente Ejecutivo del Sr. Peter Van Houten, autor de Una Aflicción Imperial ||
~♥~♥~♥~♥~

—Mamá —dije. Ella no respondió—. ¡MAMÁ! —grité. Nada. Otra vez, más
alto—. ¡MAMÁ!
Ella corrió vistiendo una toalla rosada gastada debajo de sus brazos,
goteando, vagamente llena de pánico.
—¿Qué ocurre?
—Nada. Lo siento, no sabía que estabas en la ducha —dije.
—Bañera —dijo—. Yo sólo estaba… —Ella cerró sus ojos—. Sólo estaba
tratando de tomar un baño por cinco segundos. Lo siento. ¿Qué sucede?
—¿Puedes llamar a los Genios y decirles que el viaje se canceló? Acabo
de recibir un correo de la asistente de Peter Van Houten. Ella cree que
vamos.
Ella presionó sus labios y miró más allá de mí.
—¿Qué? —pregunté.
—Se supone que no debo decirte hasta que tu padre llegue a casa.
—¿Qué?
—El viaje se hará —dijo finalmente—. La Dra. María nos llamó anoche e hizo
un convincente caso que necesitabas vivir tú…   
—MAMÁ, ¡TE AMO TANTO! —grité, se acercó a la cama y me dejó
abrazarla.
Le escribí un mensaje de texto a Augustus porque sabía que estaba en la
escuela:
¿Todavía estás libre para el tres de Mayo?
Él respondió inmediatamente.
Todo está andando. Waters.
Si sólo pudiera quedarme viva por una semana, conocería los secretos no
escritos de la mamá de Anna y el hombre del tulipán holandés. Miré hacia
mi blusa a mi pecho.
—Mantén tu mierda junta —susurré a mis pulmones.

Capítulo 9


El día antes de que nos fuéramos para Ámsterdam, volví al grupo de
apoyo por primera vez desde que conocí a Augustus. El equipo
había rotado un poco allí en el Literal Corazón de Jesús. Llegué
temprano, con el tiempo suficiente para que Lida, la sobreviviente de
cáncer apendicular perennemente fuerte me pusiera al día en todo
mientras comía una galleta de chip de chocolate de la tienda de
comestibles apoyándome contra la mesa de postres.
Michael, de doce años y con leucemia había fallecido. Él había luchado
duro, me dijo Lida, como si hubiera otra manera de luchar. Todos los
demás todavía seguían allí. Ken estaba NEC22 después de la radiación.
Lucas había recaído y ella lo dijo con una sonrisa triste y un pequeño
encogimiento de hombros, en la manera en que podrías decir que un
alcohólico ha recaído.
Una chica linda y regordeta caminó hasta la mesa y saludó a Lida,
entonces se me presentó como Susan. No sabía qué estaba mal con ella,
pero tenía una cicatriz que se extendía desde el lado de su nariz hasta su
labio y sobre su mejilla. Se había puesto maquillaje sobre la cicatriz, lo que
sólo servía para enfatizarla. Estaba sintiéndome un poco sin aliento de estar
de pie, así que dije:
—Voy a sentarme entonces el ascensor se abrió, revelando a Isaac y su
mamá. Él llevaba gafas de sol puestas y agarraba el brazo de su mamá
con una mano, y un bastón con la otra.
—Hazel del grupo de apoyo no Mónica —dije cuando él estuvo lo
suficientemente cerca, y sonrió y dijo:
—Hola, Hazel. ¿Cómo va todo?
—Bien. Me he vuelto realmente atractiva desde que quedaste ciego.
—Lo apuesto —dijo. Su mamá lo llevó a una silla, besó la parte superior de
su cabeza, y se retiró hacia el ascensor. Sintió el alrededor bajo él y luego
se sentó. Me senté en la silla a su lado.
—Así que, ¿cómo va todo?
—Bien. Feliz de estar en casa, supongo. ¿Gus me dijo que estuviste en la
UCI?

—Síp —dije.
—Apesta —dijo.
—Estoy mucho mejor ahora —dije—. Voy a ir a Ámsterdam mañana con
Gus.
—Lo sé. Estoy muy al día en tu vida, porque Gus nunca. Habla. De nada.
Más.
Sonreí. Patrick se aclaró la garganta y dijo:
—¿Si todos pudiéramos tomar asiento? —Captó mi mirada—. ¡Hazel! —
dijo—. ¡Estoy muy feliz de verte!
Todos se sentaron y Patrick empezó a contar de nuevo su historia de su
falta de bolas, y caí en la rutina del grupo de apoyo: comunicación a
través de suspiros con Isaac, sintiendo pena por todos en la habitación y
también por todos fuera de ésta, alejándome de la conversación para
centrarme en mi dificultad para respirar y el dolor. El mundo siguió, como lo
hace, sin mi participación plena, y sólo desperté de la ensoñación cuando
alguien dijo mi nombre.
Fue Lida la Fuerte. Lida en remisión. Lida, rubia, sana y fornida, que nadaba
en su equipo de natación de la secundaria, Lida, que perdió sólo su
apéndice, diciendo mi nombre, diciendo:
—Hazel es una inspiración para mí; de verdad lo es. Ella simplemente sigue
luchando la batalla, despertándose cada mañana y yendo a luchar sin 
queja. Es tan fuerte. Es mucho más fuerte de lo que soy yo. Simplemente
desearía tener su fuerza.
—¿Hazel? —preguntó Patrick—. ¿Cómo te hace sentir eso?
Me encogí de hombros y miré a Lida.
—Te daré mi fuerza si puedo tener tu remisión —Me sentí culpable tan
pronto lo dije.
—No creo que eso sea lo que quiso decir Lida —dijo Patrick—. Creo que
ella… —Pero dejé de escuchar.
Después de las oraciones por los vivos y la letanía interminable por los
muertos, con Michael agregado al final, sostuvimos nuestras manos y
dijimos:
—¡Vivir nuestra mejor vida hoy!
Lida inmediatamente se apresuró hacia mí llena de disculpas y una
explicación, y le dije:
—No, no, está realmente bien —Le dije adiós con la mano, y le dije a
Isaac—: ¿Te importaría acompañarme arriba?
Él tomó mi brazo, y caminé con él al ascensor, agradecida de tener una
excusa para evitar las escaleras. Casi había hecho todo el camino hasta el
ascensor cuando vi a su mamá parada en una esquina del Corazón Literal.
—Estoy aquí —le dijo a Isaac, él cambió de mi brazo al de ella antes de
preguntar:
—¿Quieres venir?
—Seguro —dije. Me sentí mal por él. Aun cuando odiaba la simpatía que
las personas sentían por mí, no pude evitar sentirla por él.

~♥~♥~♥~♥~

Isaac vivía en un pequeño rancho en Meridian Hills al lado de una escuela
privada cara. Nos sentamos en la sala mientras su mamá iba a la cocina a
hacer la cena, y entonces él preguntó si quería jugar un juego. 
—Seguro —dije. Entonces él preguntó por el control remoto. Se lo di, y
encendió el televisor y entonces un computador se conectó a éste. La
pantalla del televisor permaneció negra, pero después de unos pocos
segundos una voz profunda habló desde éste.
—Deception —dijo la voz—. ¿Un jugador o dos?
—Dos —dijo Isaac—. Pausa.
Se giró hacia mí. —Juego este juego con Gus todo el tiempo, pero es
exasperante porque él es un jugador de videojuegos completamente
suicida. Es, como, demasiado agresivo en salvar civiles y cualquier cosa.
—Sí —dije, recordando la noche de los trofeos rotos.
—Activa —dijo Isaac.
—Jugador uno, identifícate.
—Esta es la voz sexy sexy del jugador uno —dijo Isaac.
—Jugador dos, identifícate.
—Seré el jugador dos, supongo —dije.
El Sargento Mayor Max Mayhem y el Cabo Jasper Jacks despiertan en una
habitación oscura y vacía de aproximadamente doce metros cuadrados.
Isaac apuntó hacia el televisor, como si yo debiera hablarle o algo así.
—Um —dije—. ¿Hay un interruptor de luz?
—No.
—¿Hay una puerta?
El Cabo Jacks localiza la puerta. Está cerrada.
Isaac saltó. —Hay una llave sobre el marco de la puerta.
Sí, la hay.
—Mayhem abre la puerta. 
La oscuridad todavía es completa.
—Saca un cuchillo —dijo Isaac.
—Saca un cuchillo —agregué.
Un chico, el hermano de Isaac, asumo, salió de la cocina. Quizás tenía
diez, nervioso y lleno de energía, y saltó a través de la sala antes de gritar
en una imitación realmente buena de la voz de Isaac:
—MATARME.
El Sargento Mayhem lleva su cuchillo a su cuello. ¿Estás seguro de que…
—No —dijo Isaac—. Pausa. Graham, no me hagas golpearte el culo.
Graham rió tontamente y saltó hacia un pasillo.
Como Mayhem y Jacks, Isaac y yo sentimos nuestro camino hacia la
cueva hasta que tropezamos con un tipo a quién apuñalamos después de
hacer que nos dijera que estábamos en una cueva de la prisión ucraniana,
a más de un kilómetro bajo tierra. Mientras continuábamos, los efectos de
sonido, un río subterráneo rugiendo, voces hablando en ucraniano y
acento inglés te llevan a través de la cueva, pero no había nada que ver
en este juego. Después de jugar por una hora, empezamos a escuchar los
quejidos de un prisionero desesperado, rogando—: Dios, ayúdame. Dios,
ayúdame.
—Pausa —dijo Isaac—. Aquí es cuando Gus siempre insiste en encontrar al
prisionero, aun cuando eso evita que ganes el juego, y la única manera de
liberar realmente al prisionero es ganar el juego.
—Sí, él se toma los videojuegos en serio —dije—. Está un poco o tal vez
demasiado enamorado de la metáfora.
—¿Te gusta? —preguntó Isaac.
—Por supuesto que me gusta. Él es genial.
—¿Pero no quieres enrollarte con él?
Me encogí de hombros. 
—Es complicado.
—Sé lo que estás tratando de hacer. No quieres darle algo que no pueda
manejar. No quieres que él sea tu Mónica —dijo.
—Más o menos —dije. Pero no era así. La verdad era, no quería que él
fuera un Isaac para mí—. Para ser justos con Mónica —dije—, lo que le
hiciste tampoco fue muy agradable.
—¿Qué le hice? —preguntó, a la defensiva.
—Ya sabes, quedarte ciego y todo eso.
—Pero eso no es mi culpa —dijo Isaac.
—No estoy diciendo que sea tu culpa. Estoy diciendo que no fue
agradable.

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